Tuesday, December 19, 2006

PENSAMIENTOS ONÍRICOS (SEGUNDA ENTREGA)

*Continuación de la entrada anterior*

Fondeaba música de The Beatles en el restaurante para que los comensales disfruten de sus alimentos, más específicamente la canción “In my Life”, aproximadamente a 6 mesas de distancia de donde se encontraba Sofía, se observa un periódico de renombre y según los que saben, es muy confiable, que es hojeado, teniendo como nota de Ocho Columnas: “Finalmente cae el Señor de los Sobornos”. Dicho diario se encuentra acompañado de una taza de café con el logotipo del lugar y unas cuantas gotas secas del mismo líquido, un plato que contiene mermelada en un cubito abierto y casi vacío y un bisquet a punto de terminarse, un libro, del cual puede leerse en la portada, con letras negras “Albert Camus” y un poco más abajo, en letras de color azul y más pequeñas, “El Extranjero”, teniendo como fondo una imagen de los Baños Padovani, en Francia.

Detrás del periódico “Reforma” se encuentra un hombre de apariencia tranquila y respetable, coincidiendo con el traje Christian Dior color azul marino, camisa azul de la misma marca y corbata color plata Hugo Boss, sin olvidar los zapatos lustrados impecablemente en color negro de esa fina zapatería Florsheim.

Empresario, socio de una franquicia de helados y dueño, fundador y presidente de una agencia de publicidad pequeña, pero que promete crecer mucho, claro, con los conocimientos que adquirió durante la carrera de Ciencias de la Comunicación que estudió con el apoyo de su padre, a quien cada que podía, no perdía la oportunidad de agradecérselo.

De aproximadamente unos 33 a 35 años de edad, y el cabello castaño que asemeja un césped recién podado y regado, debajo de esas cejas tupidas se encuentran unos ojos de color verde, casi miel, un poco más abajo, la nariz casi recta de no ser por un “huesito” que se asoma en la parte más alta de ésta. Definitivamente una persona que ha logrado mucho para los años que tiene, tal como se lo propuso en sus años de estudiante y como se lo prometiera a su madre.

Una vez terminado de leer las notas más importantes del diario, lo dobla por la mitad y lo posa sobre la mesa, a un costado del libro. Sorbe el café y termina el bisquet que había quedado esperando a ser comido. Mira a su entorno y casi de vuelta la mirada a su mesa, se percata, con un aire de asombro, pero también de intriga de la presencia de Sofía, quien aún se encuentra disfrutando de la limonada, casi por terminarse y en esta vez ya cambió de revista, de las que tiene una pila de aproximadamente 5 ó 6.

Aguzando la mirada, Salvador analiza a aquél ser que en ese instante le pareció perfecto, pero ahora solamente con esa intriga que al inicio se había empapado de asombro, además, deseando de alguna forma que dicho ser volviera aquellos ojos del color de la miel hacia donde él, así que continuó mirándola por un largo rato hasta que Sofía sintió que esa mirada penetrante y que pareciera imposible de hacerla cambiar de rumbo, se había clavado en ella. Por lo que se sintió un poco incómoda, pero esto no influyó en que continuara con su actividad, pero antes de hacerlo, el hombre de traje esbozó una sonrisa hacia la chica. Únicamente se movió Salvador para darle un sorbo al café y lo devolvió al sitio de donde lo tomó.

Aquél analizador parecía encontrar cada vez más cosas nuevas, anhelando al mismo tiempo ver una respuesta de parte del ente que estaba siendo examinado. Consigue una respuesta que a cualquier persona le parecería primero de rechazo, pero observándola bien, de cierto miedo, tal vez a lo desconocido, a personas distintas y con otro estilo de vida al que se está acostumbrado, de no saber cómo pueden actuar ante determinadas situaciones, teniendo un ligero tinte de incomodidad, para volver los ojos a la revista, pero con la mirada perdida, como tratando de esconderse, es decir, únicamente para mirar a cualquier lado menos a esa mesa del diario, el libro y el café; pero al empresario joven le pareció una respuesta que tal vez le daría la oportunidad de conocer mejor a aquella persona, pero antes de cualquier cosa, decidió irse con precaución y asegurarse bien de sus actos.

Según su pensamiento, tendría que aguardar por una tercera vez a que fuera observado y entonces sí dirigirse hacia aquella mesa y “actuar”. Esa tan ansiada tercera vez llegó casi de inmediato, lo que lo puso nervioso, pero a la vez seguro de sí mismo.

Miró su reloj Tag Heuer que marcaba las 4:22pm, que como acostumbran algunas personas que son un poco ocupadas, deciden adelantar la hora en promedio 10 minutos para llegar a tiempo a sus citas o hacer alguna otra actividad con tiempo, dio un último sorbo a la taza de café antes de erguirse y ponerse en marcha, pensando en muchas cosas, tal vez sólo serían amigos, pudiera ser que formalizaran alguna relación, incluso llegó a pensar que podría, después de conocerla bien, proponerle matrimonio, en fin, se imaginó infinidad de posibilidades, todas apuntando a que tendría éxito si se acercaba hacia ella, pero nunca contempló lo contrario, claro, nadie puede pensar en algo que se tiene mucha esperanza y que todavía no inicia como algo negativo.

En la otra mesa, se hallaba Sofía, escondiendo la cabeza como avestruz, pero en vez de que fuera en la tierra, ella lo hizo en su revista, y digo como avestruz porque estas aves piensan que una vez oculta su cabeza debajo de la tierra nadie percibirá su presencia, del mismo modo pensó la chica modelo.

*La próxima semana la siguiente entrega*

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