Saturday, March 22, 2008
HOLA DE NUEVO Ó BOOK
Hey, aquí estamos de regreso. Además de seguir escribiendo en este blog, a partir de esta entrada, empezaré a subir algunas de las piezas de mi book que voy realizando como Copy. Espero les gusten.
Saturday, April 07, 2007
THINK DIFFERENT
Simplemente exquisito, inspirador. De mis favoritos, me identifico plenamente.
Sólo quiero compartir algo que me alienta y me levanta en esos momentos que me siento tristón. ¿A poco no te levanta?
"Because the people who are crazy enough to think they can change the world, are the ones who do". Líneas que deberían estar enmarcadas en oro.
Tuesday, April 03, 2007
DISFRAZ
Y entonces pedí un pedazo de ti, mientras callado suspiré el olor a mar
No era necesario saber cuántos granos de arena había en mis pies, puesto que incluso ellos...
Al momento, el golpe de las olas clamaban cierto aire de grandeza
¿Cada cuánto hay luna llena?
Midiendo fuerzas es como empieza la mañana
Te veo disfrazada de agua y sol, calla...
Sólo es cuestión de hilar pensamientos, y ya
Como si fuera el hoy, pero pintado de ayer, ¿o de mañana?
Mientras la irreverencia se apodera del cuerpo, la sobriedad brinca hacia la cabeza
Espía, verifica. El efecto es duradero y... ¿Qué hay detrás del sol?
No era necesario saber cuántos granos de arena había en mis pies, puesto que incluso ellos...
Al momento, el golpe de las olas clamaban cierto aire de grandeza
¿Cada cuánto hay luna llena?
Midiendo fuerzas es como empieza la mañana
Te veo disfrazada de agua y sol, calla...
Sólo es cuestión de hilar pensamientos, y ya
Como si fuera el hoy, pero pintado de ayer, ¿o de mañana?
Mientras la irreverencia se apodera del cuerpo, la sobriedad brinca hacia la cabeza
Espía, verifica. El efecto es duradero y... ¿Qué hay detrás del sol?
Sunday, April 01, 2007
LICENCIA PARA CONDUCIR
Quién no se ha sentido frustrado, cansado, fastidiado, con ganas de llegar a casa, con hambre, sed, en fin, todo lo que se puedan imaginar, pero resulta que estás atorado en pleno tráfico, con el calor a tope y sin las mínimas provisiones, creo que todos hemos pasado por este cuadro. Cuando estás en esta situación, a poco no te gustaría bajarte del auto, subirte a una moto, bicicleta o cualquier vehículo en el que puedas trasladarte sin broncas entre el tráfico?
Pues a mí me pasó lo mismo hace poco. Estaba exactamente en la misma situación. Pero en un momento de alucinación o algo muy parecido, lo vi, justo frente a mí, jamás imaginé ver algo así en esas circunstancias.
Y quién rayos va a pensar encontrarse una carreta jalada por un caballo en pleno tráfico de entronque a periférico?, si bien es algo inusual, no me atrevería a decir el tan común "eso sólo pasa en México", ya que supongo que en numerosos países debe pasar exactamente lo mismo, sobretodo en el medio oriente.
Fue tan curioso ver este medio de transporte en medio de los autos. Lo que me quedó de esta curiosidad, fue el pensamiento de saber qué pasa con los oficiales de tránsito, cómo reaccionan ante una situación de esta índole, se necesita licencia especial para conducir estos vehículos?, multarán al conductor?, qué fuerzas habrán orillado al conductor a verse sumergido en un enredo tal?, en fin.
Sólo lo vi alejarse entre claxons chillantes y calor agobiante, abriéndose paso entre aquél mar de motores.
Friday, February 02, 2007
PENSAMIENTOS ONÍRICOS (QUINTA Y ÚLTIMA ENTREGA)
*Ahora sí puntual la quinta y última entrega, jaja, al menos al final!!!*
Casi en un santiamén le fue alcanzado un vaso de vidrio con dos hielos, en el cual aparentemente había whisky y Salvador tenía otro igual. Comenzaron a charlar tranquilamente y una vez más le cuestionó si aún no recordaba nada, respondiendo la chica que en verdad no recordaba qué había pasado, pero le agradecía todo lo que estaba haciendo por ella.
Después de soltar tremenda carcajada, vació el vaso de whisky en su boca de un gran trago y regresándolo, escuchándose el tintineo de los hielos, lo posó sobre la mesa. Se limpió los labios con un pañuelo blanco que sacó de la bolsa izquierda del pantalón y lo aventó, cayendo al lado del vaso. Mientras tanto, ella le dio un ligero trago al vaso, como expresando miedo.
El licenciado Salvador Duarte, que tenía toda la intención de ayudar a Sofía en su infortunio se puso de pie, metió las manos en las bolsas y la miró por un instante sin expresión alguna, ella solamente le veía como en espera de que dijera algo.
Nuevamente Duarte se rió ruidosamente y se llevó una mano a la barbilla, acariciándosela. La cara de la joven Rivas era de desconcierto. Se dirigió hacia ella diciéndole “sabes una cosa, ya me harté”, “¿De qué me habla señor?”, respondió en tono incierto.
“Me he portado muy buena gente contigo, te he traído a mi casa, te ofrezco mi ayuda y tú no respondes a esto, y sabes qué, yo no soy ningún primo y nunca nadie me ha hecho parecerlo, tú no vas a ser la primera”. Se hundió en el sillón en el que estaba sentada, aterrada por el cambio de actitud de quien hasta hace unos minutos, parecía toda bondad.
Continuó Salvador mientras avanzaba hasta donde ella “...ya fue suficiente de que finjas, conmigo no intentes hacerte la mosquita muerta”. Se abalanzó sobre ella e intentó besarla, ella se esforzaba por quitárselo de encima, mientras él le arrancó los botones de la blusa y siguió tratando de besarla bruscamente.
De pronto, el vaso que tenía aún en la mano, lo estrelló en la cara de Salvador, golpeándolo en el ojo derecho, el que comenzó a sangrar y se desvaneció cayendo a un costado de la mesa de centro. Corrió inmediatamente a la puerta, pero no pudo salir debido a que se necesitaba la misma tarjeta con la que se abría la puerta.
Fue a donde estaba tirado y revisó sus bolsillos, encontrándola en el derecho. De nuevo se dirigió a la puerta y consiguió abrirla. Bajó por el elevador y para salir tuvo que inventarle al portero que tenía una urgencia y que había dejado al licenciado Duarte en su departamento. El portero la dejó salir y comenzó a correr por la calle sin rumbo fijo.
Mientras corría iba pensando “maldita sea, quisiera olvidar esto que viví. Por favor Dios mío, que olvide esto, por favor, así como olvidé todo lo anterior, quisiera olvidar esto”.
Corrió aproximadamente cinco minutos, vio un centro comercial y entró en este, llorando y agotada por el esfuerzo que hizo al tratar de quitarse a Duarte y por correr tan a prisa.
Entró a este centro comercial, se sentó en una banca y después de llorar por un largo rato, repitió que quería olvidarse de todo, no quería recordar nada, miró su reloj, que marcaba las 6:35pm, es decir, poco más de dos horas desde que se despertó en aquél parque cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás.
Despertó en el centro comercial, Sofía efectivamente no recordaba nada, no sabía cómo es que había llegado ahí, ni quién era.
Miró su reloj, eran las 7:25pm. Pidió ayuda a dos extraños que pasaban con una bolsa de palomitas, tal vez salían del cine de la plaza, pero tales personas no le hicieron caso.
Se acercó un hombre de traje azul, aparentemente de unos 33 años, se veía amigable. Se acercó a la joven que se podía apreciar, estaba en problemas. “¿Te puedo ayudar en algo?”, la chica lo observó y le pareció familiar, pero era imposible, ya que no recordaba nada.
El hombre, con un parche en el ojo derecho, preguntó una vez más, a lo que Sofía respondió que sí, que no recordaba nada. Él, con buenas intenciones, le dijo, “ven conmigo, te ayudaré, no puedes estar aquí” y se puso de pie, la tomó del brazo y se fueron caminando hasta desaparecerse un poco más allá de la salida del centro comercial.
Después de soltar tremenda carcajada, vació el vaso de whisky en su boca de un gran trago y regresándolo, escuchándose el tintineo de los hielos, lo posó sobre la mesa. Se limpió los labios con un pañuelo blanco que sacó de la bolsa izquierda del pantalón y lo aventó, cayendo al lado del vaso. Mientras tanto, ella le dio un ligero trago al vaso, como expresando miedo.
El licenciado Salvador Duarte, que tenía toda la intención de ayudar a Sofía en su infortunio se puso de pie, metió las manos en las bolsas y la miró por un instante sin expresión alguna, ella solamente le veía como en espera de que dijera algo.
Nuevamente Duarte se rió ruidosamente y se llevó una mano a la barbilla, acariciándosela. La cara de la joven Rivas era de desconcierto. Se dirigió hacia ella diciéndole “sabes una cosa, ya me harté”, “¿De qué me habla señor?”, respondió en tono incierto.
“Me he portado muy buena gente contigo, te he traído a mi casa, te ofrezco mi ayuda y tú no respondes a esto, y sabes qué, yo no soy ningún primo y nunca nadie me ha hecho parecerlo, tú no vas a ser la primera”. Se hundió en el sillón en el que estaba sentada, aterrada por el cambio de actitud de quien hasta hace unos minutos, parecía toda bondad.
Continuó Salvador mientras avanzaba hasta donde ella “...ya fue suficiente de que finjas, conmigo no intentes hacerte la mosquita muerta”. Se abalanzó sobre ella e intentó besarla, ella se esforzaba por quitárselo de encima, mientras él le arrancó los botones de la blusa y siguió tratando de besarla bruscamente.
De pronto, el vaso que tenía aún en la mano, lo estrelló en la cara de Salvador, golpeándolo en el ojo derecho, el que comenzó a sangrar y se desvaneció cayendo a un costado de la mesa de centro. Corrió inmediatamente a la puerta, pero no pudo salir debido a que se necesitaba la misma tarjeta con la que se abría la puerta.
Fue a donde estaba tirado y revisó sus bolsillos, encontrándola en el derecho. De nuevo se dirigió a la puerta y consiguió abrirla. Bajó por el elevador y para salir tuvo que inventarle al portero que tenía una urgencia y que había dejado al licenciado Duarte en su departamento. El portero la dejó salir y comenzó a correr por la calle sin rumbo fijo.
Mientras corría iba pensando “maldita sea, quisiera olvidar esto que viví. Por favor Dios mío, que olvide esto, por favor, así como olvidé todo lo anterior, quisiera olvidar esto”.
Corrió aproximadamente cinco minutos, vio un centro comercial y entró en este, llorando y agotada por el esfuerzo que hizo al tratar de quitarse a Duarte y por correr tan a prisa.
Entró a este centro comercial, se sentó en una banca y después de llorar por un largo rato, repitió que quería olvidarse de todo, no quería recordar nada, miró su reloj, que marcaba las 6:35pm, es decir, poco más de dos horas desde que se despertó en aquél parque cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás.
Despertó en el centro comercial, Sofía efectivamente no recordaba nada, no sabía cómo es que había llegado ahí, ni quién era.
Miró su reloj, eran las 7:25pm. Pidió ayuda a dos extraños que pasaban con una bolsa de palomitas, tal vez salían del cine de la plaza, pero tales personas no le hicieron caso.
Se acercó un hombre de traje azul, aparentemente de unos 33 años, se veía amigable. Se acercó a la joven que se podía apreciar, estaba en problemas. “¿Te puedo ayudar en algo?”, la chica lo observó y le pareció familiar, pero era imposible, ya que no recordaba nada.
El hombre, con un parche en el ojo derecho, preguntó una vez más, a lo que Sofía respondió que sí, que no recordaba nada. Él, con buenas intenciones, le dijo, “ven conmigo, te ayudaré, no puedes estar aquí” y se puso de pie, la tomó del brazo y se fueron caminando hasta desaparecerse un poco más allá de la salida del centro comercial.
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El gerente, la mesera, Salvador y el médico con el que tenía convenio el restaurante trataban de reanimar a la joven Sofía. Después de los esfuerzos, que a decir del gerente fueron bastantes (este tipo era una persona muy exagerada) y como el médico recién llegaba, analizó la situación y dijo lo contrario, que no había ninguna complicación, únicamente se trataba de un ligero desmayo y que con descanso se podría reponer la paciente.
El reloj del restaurante, marcaba las 4:15pm, es decir, la joven se “ausentó” únicamente por tres minutos y el médico no tardó tanto en llegar al lugar, por lo que representa una buena elección.
Al momento en que esos ojos color miel, que en ese momento estaban totalmente diferentes a los de hacía unos momentos, lograron abrir sus puertas y dieron paso a las figuras y formas del mundo real, la primera imagen que pudo percibir fue la del médico guardando sus instrumentos en el maletín negro que cargaba y quitándose el estetoscopio con un gesto de molestia, como si hubiera sido en vano su visita . Miró a las demás personas como si fuera un desfile y vio a Raquel, la mesera que le había atendido, mantenía el mismo gesto que siempre; al gerente, que llevaba puesto un traje gris y aquél gafete que decía su nombre y más abajo “¡Estoy para servirle!”, un poco despeinado y finalmente miró al Licenciado Salvador Duarte, con cara de extrañeza, miedo, terror y sin entender en ese instante y tal vez nunca sabrán ni Sofía ni Salvador realmente qué fue lo que pasó.
El reloj del restaurante, marcaba las 4:15pm, es decir, la joven se “ausentó” únicamente por tres minutos y el médico no tardó tanto en llegar al lugar, por lo que representa una buena elección.
Al momento en que esos ojos color miel, que en ese momento estaban totalmente diferentes a los de hacía unos momentos, lograron abrir sus puertas y dieron paso a las figuras y formas del mundo real, la primera imagen que pudo percibir fue la del médico guardando sus instrumentos en el maletín negro que cargaba y quitándose el estetoscopio con un gesto de molestia, como si hubiera sido en vano su visita . Miró a las demás personas como si fuera un desfile y vio a Raquel, la mesera que le había atendido, mantenía el mismo gesto que siempre; al gerente, que llevaba puesto un traje gris y aquél gafete que decía su nombre y más abajo “¡Estoy para servirle!”, un poco despeinado y finalmente miró al Licenciado Salvador Duarte, con cara de extrañeza, miedo, terror y sin entender en ese instante y tal vez nunca sabrán ni Sofía ni Salvador realmente qué fue lo que pasó.
*Esta historia llega a su fin, espero les haya gustado y agradezco sus valiosos comentarios e invito a quien aún no ha comentado, que pueden hacerlo directamente a mi mail, dando click en el "sobrecito". Gracias!!!*
Sunday, January 28, 2007
FUNNY COMMERCIALS
Jaja, tres comerciales de Goodyear para sus llantas sin ponchaduras muy buenos y un bonus de Bud Light, también excelente. Disfrútenlos!!!
BEST THINGS COME FROM NOWHERE???
Interesante resultado de la mezcla de latinos con europeos. Espero les guste tanto como a mí!!!
Saturday, January 27, 2007
PENSAMIENTOS ONÍRICOS (CUARTA ENTREGA)
*Continuación de la entrega anterior*
Cruzaron la calle una vez que el semáforo cambió del color ámbar al rojo y se dirigieron al estacionamiento de un lujoso restaurante, situado a una calle del parque, caminaron en línea recta hasta encontrar un auto digno de aquél lugar, un Jaguar X-Type que tenía un color como el de la plata y en perfectas condiciones, dando la impresión de ser absolutamente recién comprado.
Salvador se quitó el saco y le abrió la puerta a Sofía “¿al menos puedes decirme en dónde estoy y cómo es que me vas a ayudar?”, se dirigió a aquél hombre elegante, quien le respondió “ya te dije que no te preocupes pequeña, confía en mí, ¡ah! y me preguntaste que en dónde estamos ¿verdad?, pues estamos en la ciudad de México, entra y descansa mientras llegamos a mi departamento”. Dicho esto, la joven ingresó al auto, percibiendo el olor a piel que desprendían sus asientos color gris Oxford y oír el ruido del choque de la puerta al cerrarse, se reclinó en el asiento y aguardó a que Salvador subiera también al Jaguar.
Se abrió la puerta del conductor y las mismas manos que la habían ayudado, colocaron el saco azul en la parte trasera del auto, al mismo tiempo que el hombre se subió y encendió el potente motor, que, en conjunto se encendió de igual forma el estéreo. La joven pegó un salto debido al volumen alto de la música, mientras que él solamente esbozo una sonrisa como de un niño después de hacer una travesura y desde el volante bajó la intensidad del volumen de “A Day in the Life”, interpretada por el cuarteto de Liverpool.
Durante el trayecto, con rumbo desconocido para ella, pero por de más conocido para él, conversaron acerca de lo que sentía en aquellos momentos Sofía. Salvador le preguntó si era verdad que no recordaba nada en absoluto y ella confirmó dicho cuestionamiento, pero francamente, él no creía lo que escuchaba, pensaba que cómo era posible que alguien que no recordara nada se fuera a la primera oportunidad con cualquier extraño.
Ella preguntó el nombre del conductor, quien le respondió amablemente, “Salvador Duarte”, y como si estuviera corrigiendo algo que no le gusta agregó “Licenciado Salvador Duarte”, y tal pareciera que sometía a prueba a la chica de nariz fina, preguntó el de ella de manera rápida y sin tomarle importancia para ver si en verdad no recordaba ni eso. El cabello negro cayó hacia atrás ayudado por la mano derecha de la joven, en la que portaba un brazalete de oro y contestó “creo que ya le dije que no recuerdo nada, nada, es una pena, pero ni de mi nombre me acuerdo, ni mi edad…”. Pareció creerle el licenciado y prefirió olvidarse del asunto, mientras la invitó a reclinar el asiento hacia atrás para que descansara un poco en lo que llegaban a su destino, pero antes de aceptar, le hizo un nuevo cuestionamiento “…y ¿por qué me lleva a su casa?, ¿cómo me va a ayudar ahí?”, respondió casi de inmediato él “te repito una vez más que no te preocupes, pero si eres muy curiosa entonces tendré que decírtelo, en mi casa podrás quedarte y descansar hasta que recuerdes qué sucedió, te prestaré ropa de mi hermana para que te cambies, quien por ahora se fue a estudiar a Francia, y podrás estar ahí el tiempo que quieras, bueno, ahora que ya te dije lo que querías saber, ya descansa y cuando lleguemos te despierto”, “está bien” asintió y quedó dormitando sobre el cómodo asiento de piel, arrullándola el leve sonido que dejaban escapar las bocinas y el imperceptible ruido del motor. Verificó el licenciado Duarte que estuviera dormida.
El semáforo se puso en rojo y detuvo el auto detrás de un camión de pasajeros, esto le dio un minuto de aparente calma y permitió pensar sobre lo que haría para ayudar a aquella mujer tan misteriosa.
Surgieron varias opciones, entre las que se estaban la de una vez que descansara, si aún no lograba recuperar la memoria, llevarla con su amigo, Luis Campos, neurólogo de profesión, para que la examinase, otra era dar parte a alguna agencia de policía por si alguien la estaba buscando y la última llamar al servicio de búsqueda de personas (locatel) y dar sus características físicas, en fin, lo que menos quería era meterse en un problema y menos de esa índole.
Una colonia exclusiva de la Ciudad de México era el escenario donde, en un edificio de lo más moderno que se puede encontrar en este misma colonia se situaba el departamento de Duarte, abrió el portón negro y grande del garage con el control que se hallaba colocado en la visera del auto, lo introdujo y una vez apagado el motor, despertó con cuidado a Sofía, diciéndole que habían llegado, que descendiera.
Las puertas se escucharon al cerrarse, caminaron ambos por el estacionamiento del edificio y entraron al mismo después de abrirse automáticamente la puerta de vidrio tallado con filos de oro, donde los recibió un pasillo elegante, alfombrado en color gris rata, y en el techo colgaba una lámpara que daba el aspecto de ser moderna y un tanto cara. Vieron a un señor de unos cuarenta años que portaba un uniforme color guinda, era el portero del lugar, Javier, quien respetaba a los habitantes y tenía bien vigilado el sitio, quien les saludó amablemente y le entregó un sobre, aparentemente del banco a Salvador.
Continuaron caminando y al final del pasillo se encontraba el elevador, el cual, a diferencia de los ordinarios, éste tenía un mecanismo especial, que detectaba todo tipo de armas, entre otras cuestiones, entraron en este y marcó Duarte el piso 3, donde se encontraba su departamento, el 304; en cada piso únicamente había cuatro departamentos. Se abrió la puerta del elevador y se dirigieron al final del pasillo.
La puerta de entrada, color café oscuro, tenía un 304 en un recuadro digital negro con los números verdes, no tenía manija visible para ser abierta, únicamente se podía observar una pequeña ranura, por la que introdujo el hombre una tarjeta plateada con azul que poseía un chip con la contraseña para que pudiera ser abierta después de reconocerla y escucharse un tono de aceptación.
Entraron al departamento y la luz del pequeño pasillo se encendió automáticamente al tiempo que pusieron un pie en él; lo mismo ocurrió con la sala, en donde se podían apreciar tres sillones color crema con las patas en color madera, muy tenue, una mesa de centro rectangular con vidrio en medio y madera del color de las patas de los sillones. Un equipo de sonido que parecía muy potente se situaba al fondo, incrustado en la pared y justo en la pared de frente a esta, una pecera iluminada en color azul, lo que daba una perfecta armonía para descansar y pasar un buen rato en este lugar.
Invitó a Sofía a sentarse, mientras le ofrecía algo de tomar, al mismo momento que encendía el equipo de audio. La joven, aún desconcertada miraba con extrañeza la morada.
*Ahora sí la próxima semana puntual la entrega, jaja*
Cruzaron la calle una vez que el semáforo cambió del color ámbar al rojo y se dirigieron al estacionamiento de un lujoso restaurante, situado a una calle del parque, caminaron en línea recta hasta encontrar un auto digno de aquél lugar, un Jaguar X-Type que tenía un color como el de la plata y en perfectas condiciones, dando la impresión de ser absolutamente recién comprado.
Salvador se quitó el saco y le abrió la puerta a Sofía “¿al menos puedes decirme en dónde estoy y cómo es que me vas a ayudar?”, se dirigió a aquél hombre elegante, quien le respondió “ya te dije que no te preocupes pequeña, confía en mí, ¡ah! y me preguntaste que en dónde estamos ¿verdad?, pues estamos en la ciudad de México, entra y descansa mientras llegamos a mi departamento”. Dicho esto, la joven ingresó al auto, percibiendo el olor a piel que desprendían sus asientos color gris Oxford y oír el ruido del choque de la puerta al cerrarse, se reclinó en el asiento y aguardó a que Salvador subiera también al Jaguar.
Se abrió la puerta del conductor y las mismas manos que la habían ayudado, colocaron el saco azul en la parte trasera del auto, al mismo tiempo que el hombre se subió y encendió el potente motor, que, en conjunto se encendió de igual forma el estéreo. La joven pegó un salto debido al volumen alto de la música, mientras que él solamente esbozo una sonrisa como de un niño después de hacer una travesura y desde el volante bajó la intensidad del volumen de “A Day in the Life”, interpretada por el cuarteto de Liverpool.
Durante el trayecto, con rumbo desconocido para ella, pero por de más conocido para él, conversaron acerca de lo que sentía en aquellos momentos Sofía. Salvador le preguntó si era verdad que no recordaba nada en absoluto y ella confirmó dicho cuestionamiento, pero francamente, él no creía lo que escuchaba, pensaba que cómo era posible que alguien que no recordara nada se fuera a la primera oportunidad con cualquier extraño.
Ella preguntó el nombre del conductor, quien le respondió amablemente, “Salvador Duarte”, y como si estuviera corrigiendo algo que no le gusta agregó “Licenciado Salvador Duarte”, y tal pareciera que sometía a prueba a la chica de nariz fina, preguntó el de ella de manera rápida y sin tomarle importancia para ver si en verdad no recordaba ni eso. El cabello negro cayó hacia atrás ayudado por la mano derecha de la joven, en la que portaba un brazalete de oro y contestó “creo que ya le dije que no recuerdo nada, nada, es una pena, pero ni de mi nombre me acuerdo, ni mi edad…”. Pareció creerle el licenciado y prefirió olvidarse del asunto, mientras la invitó a reclinar el asiento hacia atrás para que descansara un poco en lo que llegaban a su destino, pero antes de aceptar, le hizo un nuevo cuestionamiento “…y ¿por qué me lleva a su casa?, ¿cómo me va a ayudar ahí?”, respondió casi de inmediato él “te repito una vez más que no te preocupes, pero si eres muy curiosa entonces tendré que decírtelo, en mi casa podrás quedarte y descansar hasta que recuerdes qué sucedió, te prestaré ropa de mi hermana para que te cambies, quien por ahora se fue a estudiar a Francia, y podrás estar ahí el tiempo que quieras, bueno, ahora que ya te dije lo que querías saber, ya descansa y cuando lleguemos te despierto”, “está bien” asintió y quedó dormitando sobre el cómodo asiento de piel, arrullándola el leve sonido que dejaban escapar las bocinas y el imperceptible ruido del motor. Verificó el licenciado Duarte que estuviera dormida.
El semáforo se puso en rojo y detuvo el auto detrás de un camión de pasajeros, esto le dio un minuto de aparente calma y permitió pensar sobre lo que haría para ayudar a aquella mujer tan misteriosa.
Surgieron varias opciones, entre las que se estaban la de una vez que descansara, si aún no lograba recuperar la memoria, llevarla con su amigo, Luis Campos, neurólogo de profesión, para que la examinase, otra era dar parte a alguna agencia de policía por si alguien la estaba buscando y la última llamar al servicio de búsqueda de personas (locatel) y dar sus características físicas, en fin, lo que menos quería era meterse en un problema y menos de esa índole.
Una colonia exclusiva de la Ciudad de México era el escenario donde, en un edificio de lo más moderno que se puede encontrar en este misma colonia se situaba el departamento de Duarte, abrió el portón negro y grande del garage con el control que se hallaba colocado en la visera del auto, lo introdujo y una vez apagado el motor, despertó con cuidado a Sofía, diciéndole que habían llegado, que descendiera.
Las puertas se escucharon al cerrarse, caminaron ambos por el estacionamiento del edificio y entraron al mismo después de abrirse automáticamente la puerta de vidrio tallado con filos de oro, donde los recibió un pasillo elegante, alfombrado en color gris rata, y en el techo colgaba una lámpara que daba el aspecto de ser moderna y un tanto cara. Vieron a un señor de unos cuarenta años que portaba un uniforme color guinda, era el portero del lugar, Javier, quien respetaba a los habitantes y tenía bien vigilado el sitio, quien les saludó amablemente y le entregó un sobre, aparentemente del banco a Salvador.
Continuaron caminando y al final del pasillo se encontraba el elevador, el cual, a diferencia de los ordinarios, éste tenía un mecanismo especial, que detectaba todo tipo de armas, entre otras cuestiones, entraron en este y marcó Duarte el piso 3, donde se encontraba su departamento, el 304; en cada piso únicamente había cuatro departamentos. Se abrió la puerta del elevador y se dirigieron al final del pasillo.
La puerta de entrada, color café oscuro, tenía un 304 en un recuadro digital negro con los números verdes, no tenía manija visible para ser abierta, únicamente se podía observar una pequeña ranura, por la que introdujo el hombre una tarjeta plateada con azul que poseía un chip con la contraseña para que pudiera ser abierta después de reconocerla y escucharse un tono de aceptación.
Entraron al departamento y la luz del pequeño pasillo se encendió automáticamente al tiempo que pusieron un pie en él; lo mismo ocurrió con la sala, en donde se podían apreciar tres sillones color crema con las patas en color madera, muy tenue, una mesa de centro rectangular con vidrio en medio y madera del color de las patas de los sillones. Un equipo de sonido que parecía muy potente se situaba al fondo, incrustado en la pared y justo en la pared de frente a esta, una pecera iluminada en color azul, lo que daba una perfecta armonía para descansar y pasar un buen rato en este lugar.
Invitó a Sofía a sentarse, mientras le ofrecía algo de tomar, al mismo momento que encendía el equipo de audio. La joven, aún desconcertada miraba con extrañeza la morada.
*Ahora sí la próxima semana puntual la entrega, jaja*
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